El otro día ya avancé que el siguiente destino de mi viaje por Tailandia era la playa, y el lugar elegido fue la isla de Koh Tao, ubicada en el Golfo de Tailandia.

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Para llegar allí desde Bangkok lo hicimos por el método caro pero rápido del avión, con la compañía Bangkok Airways. Nos hubiera gustado hacer el viaje en autobús, pero no teníamos tiempo suficiente… así que reservamos los billetes el día antes a través del smartphone.

Volamos de Bangkok a Koh Samui. Al llegar a Koh Samui encontramos rápidamente la cabina de Lomprayah, una empresa que trabaja en la zona realizando trayectos entre las islas con un catamarán rápido, el billete desde el mismo aeropuerto a la isla de Koh Tao nos costó 700 baths (16€ aprox.), que incluye el traslado en minibús al puerto de Koh Samui y el billete de barco hasta el puerto de Koh Tao.

La idea principal en Koh Tao era hacer submarinismo; esta pequeña isla de tan solo 21km² entrega más certificados de submarinismo que ningún otro lugar del mundo, en ella encontramos infinidad de escuelas de buceo. Nosotros nos decidimos por Pura Vida, una escuela fundada por españoles que llevan más de 10 años viviendo en la isla.

En Pura Vida nos sacamos el carnet «Open Water Diver», que nos permite realizar inmersiones de hasta 18 metros de profundidad. Es muy fácil, tan sólo un par de clases teóricas, 5 inmersiones (la primera de ellas en la playa), y un examen muy fácil. Fue por eso que nos quedamos 5 días en esta paradisíaca isla tailandesa.

Sin lugar a dudas fue una de las mejores experiencias del viaje, y precisamente de la que menos fotografías tengo! Al ser un curso de iniciación, está prohibido ir con cámara de fotos/vídeo bajo el agua (de todos modos, suficiente tenía con arreglármelas con todo el equipo de buceo). Así que las pocas fotografías que tengo están realizadas con el iPhone antes o durante el desplazamiento al lugar de inmersión.

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Al realizar el curso de submarinismo, terminábamos saliendo de la escuela de buceo a eso de las 18:00, justo la hora en la que el sol se ponía por detrás del mar, haciendo unos colores espectaculares, y en todas las ocasiones me pilló sin la cámara «grande» encima, por lo que tan solo tengo algunas fotografías tomadas con el iPhone:

Alquilamos una moto para movernos por la isla, aunque sea pequeña, con el calor y la de cuestas que tiene, no es mala idea motorizarse para ir de un sitio a otro y descubrir sus rincones encantadores. Aunque si alguien está pensando en alquilar una moto allí que vaya con cuidado, pues te hacen firmar un contrato en el que dice que si le haces alguna rallada lo vas a pagar (no hay opción de hacer un seguro), y según cuentan, van a intentar cobrarte la rallada como si de una moto nueva se tratara… Por suerte, yo no le hice ninguna rallada, además que me dejé aconsejar por mi instructor de buceo, y la alquilé dónde él me dijo que eran más legales.

La principal playa de Koh Tao se llama Sairee, va de norte a sur, siguiendo toda la costa oeste de la isla, lugar dónde teníamos nuestro bungalow, a media altura de la playa, aproximadamente. Hay un camino semipeatonal que te permite hacer todo el recorrido, y por allí encontraremos un sin fin de bares, restaurantes, tiendas, escuelas de buceo y sitios dónde hacer un tatuaje.

Cristina iba con muchas ganas de estamparse un recuerdo de por vida, así que fuimos preguntando en los diferentes sitios sus precios, y con la excusa aprovechábamos para buscar el sitio y tatuador que más confianza nos daba. El que más nos convenció fue el de un hombre muy agradable, aunque parecía un poco caótico, vimos que todo lo tenía muy limpio, las agujas todas precintadas, y el precio nos convenció (1.000 baths, algo así como 23€). Como a mi me dan pánico las agujas y yo no iba a tatuarme nada, aproveché para realizar algunas fotografías mientras tatuaban a Cristina:

Después de 5 días, la salida de Koh Tao fue un tanto curiosa… os lo cuento en el próximo artículo de Tailandia ;)